De mono a Incrustáceo

miércoles, 7 de octubre de 2009

Un cuento no tan feliz como el que me contaron

El jinete sin cabeza viviendo en concubinato con una medusa.
A un Pinocho de metal mudo, pasaba sus días fastidiando a Yepeto (un desdichado obrero industrial).
Una niña vestida de rojo que corre por el bosque escapándose del viejo gordo malviviente, su abuelo abusador.
Al pastor farsante domador de lobos agazapado cuidándose de las ovejas asesinas.
A siete enanos músicos, eran explotados por su representante llamada Blanca. Esta mujer perversa era esposa de un empresario importante en el rubro musical: Cuasimodo.
Un perro rabioso muy malo, le encantaba morder a personas. Su nombre era Lazzy y por las noches se lo encontraba con su íntimo amigo Chatrán provocando a los animales del vecindario.
Una familia que vivía en una mansión en Manhattan se dedicaba a la venta de esclavos. Llegaron a Estados Unidos El día que Lincon asumió a la presidencia y su negocio duro por centenares de años. Ah, el apellido de esta gente era Ingals.
A Peter Pan sonriendo sentado frente al televisor mientras miraba a un payaso experto en meterse alfajores por la nariz.
Una domestica que se acostaba con los novios de sus jefas. Era muy fea, y hechizaba a sus amantes con un jugo mezcla de calabaza y pelo de ratón.
Los tres chanchitos viviendo en china del tráfico de organos. Su primer negocio fue con algunas tripas de un lobo.
Se terminó mi sueño. Me pregunto: ¿Y si terminamos con las fantásticas historias que creímos de chicos? ¿No estaría mejor hablar de lo perverso que es el mundo, de la realidad (guerras, hambre, miseria)?No, no.
Por suerte existen las historias con finales felices.